Érase que se era la cotidianeidad de una relación. Un día no como cualquier otro en el que empiezas a vislumbrar las sombras de la oscuridad.
Y cuestionarte.. ¿cómo las personas podemos llegar a ser tan dependientes?
¿Cómo nos podemos enclaustrofiar en cajas de cristal?
Aquello que tanto tememos al final acaba convirtiéndose en el aire vicioso de consumo diario sin apenas darnos cuenta.
Y en el momento que alguien abre la puerta para dejar entrar un poco de oxígeno, nos sentimos alarmados, caemos en pánico, al sentir que la vida se nos va en ese instante.
Cuan alejados estamos de esa otra parte que ansiaba una relación más libre, más relajada, de cada uno con sus cosas, sus proyectos, sus amistades, su agenda libre de ser escrita…
y esa otra ansiando una fusión completa con el otro…
La sensación de que el suelo se parte en dos, simplemente porque el otro ha decidido hacer algo diferente…o bien, el tú ya ni plantearte quedar con tal persona, no vaya a pensar nada raro…
¿Qué clase de contratos no-explícitos empezamos a establecer con el otro sin que éste ni siquiera sepa a penas de que va la historia?… un gran entramado de normas y leyes se establecen en nuestra mente considerando que si yo hago A…el otro seguro que hace B…
Cuando la pareja está pensando en X…para que tu hagas Y.
Y poco a poco, cada uno va creándose un mundo de fantasía, hasta que un día, por causas ajenas a la relación, aumenta la tensión y estalla esa burbuja de jabón, de espejismos, de líos y más líos que únicamente nos sirven para darnos cuenta de cuan diferentes somos del otro y cuan vulnerables somos.
Del tinglado que somos capaces de montar para que no se nos vea en total desnudez, fragilidad. Es cuando si uno quiere, puede realmente enfrentarse a lo más desagradable de si mismo. Si tienes la valentía de no acusar al otro para ver realmente que es lo que a ti te estaba sucediendo. ¿De qué me siento agredido? Acaso no soy yo el que puedo ser verdugo… ¿Por qué se disparan tantas molestias cuando el otro se hace cargo de sus necesidades?
¿Quién te ha pedido a ti que te anules? ¿Qué te sacrifiques por el otro? Que dejes de ser, de vivir, de disfrutar..
Quien nos ha dicho que las relaciones son así para que acabemos poco a poco sumergiéndonos en situaciones que no tienen nada que ver con nuestra naturaleza, patrones inconscientes que se disparan sin apenas cerciorarnos…
Por suerte, cada vez más, la consciencia empieza a ser también “virus expansivo”, afortunadamente, si somos honestos con nosotros, como una llama encendida empezamos a iluminar partes oscuras a nuestro alrededor, como una hoguera poco a poco que se crea sumando velas, las trampas en las que caímos un día serán esquivadas, incluso desatendidas, porque encontraremos caminos más sencillos para llegar a la salida.
Ana Calderón Artista, Terapeuta Gestalt y formada en Astrología Psicológica.
Combina sus conocimientos en terapia, arteterapia y astrología psicológica en pos del crecimiento personal y el desarrollo del potencial que aguarda en el interior de las personas.
Más información sobre Ana Calderón ; Contacta: contacto; consulta terapéutica: Consulta
Otras consultas: clica aquí